¿De verdad Dios acontece en esta realidad? No entiendo, ¿es o no es un Dios cercano y encarnado en el hombre? ¿Para qué seguir hablando de Dios? ¿Tiene sentido hablar de bondad?
Hoy quiero compartir una de tantas realidades que me han conmovido profundamente. Una realidad que me afectó totalmente. Y es que siempre deseé estar con los más pobres, heridos, marginados, etc.. Pero verdaderamente no sabía lo que pedía. Ahora comprendo por qué el Señor primero me llamó a mirar mi propia pobreza, para luego salir al encuentro del otro.
Sin duda alguna esta experiencia hospitalaria tocó lo más hondo de mi corazón. Me ayudó a darme cuenta de que no soy “Dios”, sino creatura de Él. Llamada a servir sí, pero desde mi “limitación”. Que duro es para mí reconocerme “frágil”. Yo que soy la hija mayor, Educadora, Novicia de Jesús-María, blablá, tantos “títulos” que no me hacen ser más que el mismo Dios, pues resulta que aún no tengo la habilidad para “levantar paralíticos de las camillas, resucitar muertos..”.
Pero lo que sí tengo es un gran corazón para amar. Tengo un gran amigo “Jesús” que me escucha cada vez que lo necesito. Tengo un “Padre-Madre” (Dios) que me alienta y me da fuerza para poder dar lo mucho que tengo. Y lo mejor de esta historia es que “recibí” aún más de lo que pude dar, porque cada rostro que encontré me amó, abrazó, escuchó y sostuvo en esta búsqueda de encontrarme con el amor (Dios). Y hoy quiero dar gracias a Dios por permitirme compartir la vida con otros, por el regalo de haber colaborado con las Hijas de la Caridad en Cuba.
—Cristina Sonda Góngora njm